¿Quién anda ahí?

A vos te hablo. Sí. A vos. ¿Estás pasándola bien acá en Grageas para todos? Bueno. Me alegro (suponiendo que la respuesta sea positiva). Tengo que pedirte un favor. Es mínimo: escribí comentarios. Lo que sea. Acerca del post que estés leyendo, sobre vos o sobre lo que se te ocurra. Quiero saber quién anda ahí. Me intriga un poco. Gracias.

Divertite sola entonces

Ella estaba un poco aburrida. Yo pensaba cómo poder entretenerla. Le propuse jugar al “juego de la botella”. Ella miró por todo el lugar, como evidenciando que estábamos solos. Yo le dije que justamente por eso quería jugar al “juego de la botella” con ella, así tenía chances de besarla. Ella dijo que no y bostezó.

Te fallé, amigo

Un amigo me comentó que se había comprado un boomerang, pero que lo tiraba y no volvía. Lo noté tan decepcionado que no me animé a decirle que en verdad le habían vendido un palo.

Era muy chico... No sabía lo que hacía...

Revisando viejos CDs de respaldo, me encontré con una serie de dibujitos que hice de adolescente. Esos típicos dibujos que viven y mueren en una hoja de cuadernola, del otro lado del margen. Yo en su momento los escaneé. Y ahora, en este momento, los cuelgo acá:





Hay un pibe que se llama Manuel Onis

Es canadiense y vive en Argentina. Sacó un disco solista que es buenísimo. Se llama Bagunça. Y el primer tema de ese disco se llama Quiero verte hoy. Lo escuché cinco veces seguida ya. Ahora voy por la sexta. Como no sé colgar MP3s, por ahora dejo la tapa del disco y la letra de la canción.


Quiero verte hoy, como una llave, como un signo, como un sol. Quiero encontrarme en una calle de los dos. Quiero esconderme para verte amanecer. Quiero entenderte como un padre, como un Dios. Quiero entenderme como un teorema de 2. Antes de partir, quiero sentir el riesgo inútil de un error. Destruir todo, construirlo para vos. Quiero esconderme en una calle sin salida para verte aparecer. Nunca me duermo ni amanezco con el sol. Estar con vos, no necesito otra razón.


Supuestamente, haciendo click en la imagen, uno podría escuchar la canción. No prometo nada...

Genialidad de una turca llamada Piyale Madra

Voy a enterrarme en vos

Nunca me había dado cuenta.

La canción “Revoloteando” de Árbol es una historia de amor de un mosquito.

Charla conmigo

-Hola.

-¿Qué hacés? ¿Todo bien? Me agarraste justo, porque me estaba por ir.

-¿Por ir? ¿A dónde?

-No sé… Por ahí…

-¿Solo?

-Sí. ¿Por?

-No sé. No me gusta que andes solo por ahí.

-¿Qué?

-Sí. Me pongo nervioso. Yo qué sé. Dejame…

-Todo bien. Podés preocuparte, pero me parece que no da.

-No te burles.

-No me burlo. Al contrario. Me parece un gesto muy tierno. Y más viniendo de vos…

-¿Me querés?

-

-Te pregunté si me querías…

-

-Idiota. Ya vas a volver…

¡¡Mirá!! ¡¡Un famoso!!

¡¡La concha de mi vieja!!

Mis padres me llaman para decirme que mañana vienen a Montevideo por una reunión política que tienen. Llaman para avisarme, y para ver a qué hora me quedaba bien que pasaran por la agencia. Ellos no sabían que yo estoy enfermo desde el viernes. En verdad, creo que para sus ojos estoy enfermo desde que nací. Soy la maldita oveja negra de esta maldita familia. En fin. Les comento que mañana no voy a la agencia. Mi madre comienza el interrogatorio acerca de mi enfermedad y cómo me revuelvo con los quehaceres diarios. Respondo diplomáticamente hasta limitar con el hartazgo. Ella lo nota, y ofendida por el ocultamiento de la información, se despide sarcásticamente y corta el teléfono. Sigo hablando con mi padre. Empiezo a vomitar una tras otra las palabras que cada vez que hablo con ellos rondan en mi cabeza. Le pido que ponga a mi madre al teléfono también. Que las cosas no están bien, aunque tampoco mal. Pero que hay que hablar de nuestra relación. Que no puede ser que no se preocupen por mí, sino que por el contrario se preocupan sólo por ellos y su rol de padres. Que tengo 26 años, una vida que me gusta más o menos, pero que es mi vida. Hablando puntualmente de la enfermedad, que desde el viernes estoy así y que me vengo manejando. Que no quiero que mi madre se me instale todo el día en casa. Que no quiero que me cambien mi vida. Que si se van a meter en ella, que pidan permiso. Que se den cuenta por qué no les dije que estaba enfermo. Que se den cuenta que me preocupo por ellos. Que se den cuenta que soy un buen tipo. ¡¡Que me conozcan, la concha de mi vieja!!

Queda lindo el blog con imágenes


Quedo mal yo...

Señale con un círculo la opción correcta

La vida es:

A. fácil

B. simple

C. compleja

D. una mierda


Mi vida es:

A. una incertidumbre

B. la mejor vida que alguien puede vivir

C. patética

D. una cosa que no controlo


Ahora debería:

A. seguir escribiendo

B. irme a dormir

C. mirar una película

D. repasar los buenos momentos de mi vida y bla bla bla

Ahora que le pongo un título, capaz no tiene mucho que ver…

Alguien escribió una vez en su blog un post titulado “Quiero ser brillante!”. Era muy bueno ese post. Bah. Lo sigue siendo. Estaba pensando una cosa, y rápidamente lo recordé. Lo volví a leer. No está mal lo que pedís. Jeje.

Yo me consuelo con que alguien alguna vez comente algo que yo haya hecho. Un chiste. La canción que nunca escribiré. Un post de este blog. Un dibujito. Algún guión para un corto. Un gesto. Una ocurrencia. Algo.

Algo que trascienda. Algo que deje algo en alguien. Ni más ni menos. Pero anónimo. Nada de fama. Que nadie lo sepa. Sólo yo. Quedarme con que dejé algo en alguien. Pero para lograrlo, tengo que ser brillante. ¿Me dijiste que siguiera por ésta y doblara a la derecha, no?

Hoy: Tiempo de volver

Escrita, dirigida y protagonizada por Zach Braff (el de la serie Scrubs). Es una muy linda película. En serio. Es muy buena. Es sobre un actor que vuelve a su pueblo natal después de casi 20 años. Con una relación un tanto complicada con sus padres, debe volver ante la noticia de que su madre falleció. Allí se encuentra con viejos amigos, conoce a una chica divina, y le pasan miles de cosas. Pero principalmente, se encuentra con él. Dicho así parece re cursi. Pero es verdad. Y es buenísimo.

En fin. La cosa es que en un momento están en un lugar donde un tipo cuida una fosa enorme. Una grieta en la Tierra. Una rareza. Y el tipo la cuida hasta que el gobierno decida qué hacer. Y hablan de ella, de su profundidad. El cuidador le comenta que le gusta pensar que en verdad se trata de un abismo. Un abismo infinito. Y que cada tanto, él desciende a inspeccionar. No sabe qué va a encontrar. Pero desciende una y otra vez. Siempre un poco más. Sin expectativas. Pero con una intriga increíble.

El pibe éste encara salado lo que le está diciendo el cuidador. Se despide diciéndole “suerte con la exploración del abismo infinito”. Y es genial esa frase. En la imagen que colgué de la película, está él con la chica y un amigo, gritándole precisamente a ese abismo infinito. Y tá. No sé cómo decir lo que quiero decir. Al ver la película se entiende perfectamente.

El jueves, mientras esperaba el 187

Luigi: ¡Negro! ¿Qué hacés, Negrito?

Negro: ¿Todo bien, Luisito?

L: Acá. ¿Qué hacés? ¿Laburás por acá?

N: Sí. En Convención y Colonia. En un estudio contable.

L: Mirá. Qué raro. Nunca te había visto. Esta es mi parada.

N: Jeje. No sé. A veces me voy caminando. Capaz por eso…

L: ¿Qué contás? ¿Todo bien?

N: Sí.

L: ¿Todo bien? ¿Tu vida?

N: Bárbaro. Sigo con Gabi… ¿te acordás de Gabriela? Mi novia de Mercedes.

L: Sí. Obvio. ¿Cómo no me voy a acordar? Hace años que están…

N: Sí. Salado. Añales.

L: ¿Pero bien?

N: Sí. Re bien. Sigo viviendo con el Colo…

L: Jeje. Andan mal sus cositas… Me enteré que se compró un auto.

N: Sí. Gana re bien el hijo de puta.

L: Tá bien…

N: ¿Y vos? ¿Seguís laburando en publicidad, no?

L: Sí. La mentira continúa.

N: Jaja. Te he visto en la tele. Siempre recibiendo premios.

L: ¿En serio? ¿Decís que soy tu ídolo? ¿Tenés pósters míos en tu cuarto?

N: ¿?

L: Nada. No importa. Un divague. La tele… Sí. Me han dicho que he salido…

N: Sí. Te he visto.

L: Tá bien. ¿Qué ómnibus te tomás? Porque ahí vienen varios… Odio cuando vienen muchos bondis y uno para, y el otro pasa por atrás y no lo ves.

N: ¿?

L: No… Que qué ómnibus te tomás.

N: Ahhhh. El 60 generalmente.

L: Ah. No. No viene.

N: ¿Y vos? ¿Qué contás?

L: Yo qué sé. Tengo una perra. Lalala se llama. Divina. No sabés lo que es…

N: ¿Y Gizmo? El que tenías en Mercedes…

L: Murió.

N: ¿En serio?

L: Sí. Una mierda.

N: Pah. Qué cagada. Pero tá: estaba viejito…

L: Yo qué sé. Estoy viviendo solo. Mi hermana se fue por suerte.

N: Buenísimo.

L: Sí. Mismo. Después… me peleé con mi novia.

N: Ya sabía que te habías peleado.

L: No. Pero no María. Andrea. Estuve de novio año y medio.

N: ¿De acá?

L: Sí. De Montevideo. Me la presentó una amiga en común.

N: ¿Y se pelearon?

L: Sí.

N: El Colo anda de novio. Con una de Pando.

L: Mirá…

N: No. De Pando no. ¿De Santa Lucía? No. Creo que de Pando sí.

L: Tá. No importa. Anda de novio con una que no es de acá.

N: Sí. Creo que es de Pando.

L: Tá. No importa. ¿Pero está bien?

N: Y… Es morochita…

L: ¡No! Si el Colo está bien…

N: Ahhh. Jaja. Sí. Está bien sí.

L: ¿Qué más te puedo contar? Me compré una púa.

N: ¿?

L: Para la guitarra… Una púa…

N: Ah. Mirá. Ahí viene mi ómnibus.

L: Bien. A por él.

N: ¿?

L: Nada. Bueno. Nos estamos viendo.

N: Dale. Nos vemos.

L: ¡¡Arriba!!


Qué charla de mierda. Mirando cada dos segundos si venía el ómnibus. El mío o el de él. El primero que pintara. Pensando qué decir. Arrepintiéndome de no haber simulado que no lo vi. Jaja. Mentira.

Estuvo buena la charla. Igual, los dos sabíamos que al decir “nos vemos” estaba implícito que eventualmente nos veríamos, pero no que hablaríamos. Hubiéramos dicho “nos hablamos”, “pasame tu celular” o algo así. Jaja.

En verdad, la charla a mí me removió. Hice como un resumen apresurado de estos últimos ocho, nueve años de mi vida. Dejé cosas importantísimas afuera. Datos sueltos, descolgados. Pero tá. La charla medio que no daba. Tampoco mi interlocutor. Fuimos re amigos, pero ahora no me iba a entender. Jaja. Pobre Negro… Queda como un nabo. Pero en verdad, nada que ver. Es más: él pensó que yo era un nabo. Seguramente le habrá contado a Gabi que se encontró conmigo, y que estaba re cambiado. Y es verdad…

Cómo cambié. Cómo me gusta mi versión actual. Todo bien con el Negro, pero tá. No soy el que él recordaba, mientras que para mí, él sigue igual.

¿Alguien vio mi autoestima?

Yo sé que la tenía por acá… Andaba con ella todo el tiempo. Era chiquita, pero era mía. Para peor, no la tenía muy arriba que digamos, pero la tenía. Y de buenas a primeras, desapareció. Ni “chau” dijo. Hija de puta. Casi que era lo único que me quedaba.

Cuando ponés la boca así…

Fue una estupidez. Un gesto mínimo, pero que fue genial. Hoy Marcia viene y me pregunta “¿estás bien?”, a lo que yo le contesto algo como “sí. bah… creo que sí…”, no sé si con esas palabras, pero al menos con ese espíritu. Ella no confía e insiste “¿te pasa algo? ¿parecés enojado?”. Yo contesto que “enojado no. consternado…”. Entonces ella, y acá viene lo genial, me dice “parecés enojado. cuando ponés la boca así es porque estás enojado…”. Me imitó. Jeje. Fue genial. No sé cómo explicarlo. Me gustó que alguien identificara un gesto mío y me lo marcara. Lo sé. Fue una estupidez. Pero tá.

Despedida

Chau mundo. Por hoy me voy. Vos no tenés nada interesante para ofrecerme ya. Y yo menos. Nada puedo darte. Así que tá. Hasta mañana.

No voy a ser músico nunca

Ojalá me equivoque. Pero tá. Me suena que nunca voy a poder escribir una canción. Una que me guste. Tengo una ya, pero no está buena. No no. Nada buena. Yo la canto, pero es horrible. Jaja.

¿Por qué me está pasando esto?

La ansiedad me está venciendo. ¿Por qué? La puta madre. A mí nunca me pasaba esto. Yo era un tipo racional, tranquilo, que buscaba soluciones a todo. Ahora sé que hay miles de cosas que no tienen solución, y que tá, que no vale la pena hacerse mala sangre. Ja. Qué fácil es escribirlo. Qué destructivo es no poder utilizarlo en la vida.

Ejemplo: estoy pensando una puta gráfica para una puta promoción de Pepsi. Y no se me ocurre una puta idea. La puta madre.

Charla conmigo

-Hola.

-

-¡Hola!

-

-¡¡Hola!!

-

-¡¡¡¡Hola!!!!

-

-Este culo roto no tiene ganas de hablar… Tá bien… Que no hable…

-No es que no tenga ganas de hablar. Lo que me pasa es que no sé qué decir.

-Está bien. En esos casos es mejor no decir nada.

El efecto Árbol

Escuchar Árbol me pone de muy buen humor. Hoy me voy a comprar el último DVD de ellos, como para contrarrestar el hecho de que nunca les compré ni un solo CD. Con todo lo que hacen por mí...

El efecto Miranda!

Antes ponía Miranda! y mi humor cambiaba mágica y positivamente.

Ahora no.

Es lo que tiene: cuando una banda se vuelve popular, cambia.

Charla conmigo

-Che… ¿Te volviste a dormir?

-¿Qsdgniurweqt?

-Uia… Estabas dormido…

-¡Qsdgniurweqt!

-Dale. Vení. Despertate. Me aburro sin vos.

-Qué ladilla que sos. ¿Para qué me querés?

-No sé… Para charlar…

-No me jodas. Ponete a escribir algo.

-¿Decís?

-Sí. Lo que quieras. Pero no me jodas más.

-Che… Qué mala onda resultaste ser…

-¡Qsdgniurweqt!

Charla conmigo

-Che… che… despertate… che… despertate… dale… despertate…

-¿!¿!¿Eh?!?!? ¿!¿!¿Qué pasa?!?!? ¿!¿!¿Qué pasa?!?!?

-Soy yo. Despertate.

-¿Qué querés? ¿No ves que estaba durmiendo? ¿Por qué me despertaste?

-Escuchá. ¿Oís? Es Miranda! Es el tema que te gusta a vos…

-¿Qué? Lo que suena es Fantasía, nabo.

-Jaja. Caíste.

Charla conmigo

-Sos un idiota.

-Sí. Pero… ¿por qué me lo decís ahora puntualmente?

-Porque no aprendés más.

-Ahhh… ¡Ojo! ¡Presten atención! Habla el tipo que aprende de sus errores.

-Qué tarado. En serio te digo. ¿Toda tu vida vas a hacer lo mismo?

-No te voy a responder esa pregunta hasta que no me digas de qué estás hablando.

-De tu problema con el alcohol.

-¿Qué problema? Yo no tengo problema con el alcohol. ¿Qué decís, idiota?

-¿Ves? Te pones violento.

-No me pongo violento por el alcohol. Me pongo violento en todo caso por tu estupidez.

-¿Ves? Yo así no quiero seguir hablando.

-Y bueno… ¿Qué me importa? Además… ¿quién te mandó a hablarme?

-Nadie. Yo solito me acerqué. Pero tá. Si te molesta me voy.

-No. Pará. Perdón. No te vayas, que si no me voy a tener que terminar la cerveza solo.

-¡Ya te la terminaste, nabo! ¿Ves que tenés un problema?

-Zzzzzzzzzz

Qué noche, Teté

Vengo de una seguidilla de noches increíbles. Yo siempre sospeché que me gustaba más la noche que el día, así como me gusta más el invierno gris que el colorido verano, o el propio negro en vez del blanco. Soy oscuro creo. Jaja. Pero acá el tema es la noche.

Las últimas tres se han destacado. Han sido muy positivas, repletas de emociones y sensaciones. Llenas de recuerdos y pensamientos para los días siguientes. Algunas fueron confirmaciones. Otras fueron reencuentros. Algunas fueron resistidas. Otras fueron espontáneas. Pero todas fueron muy muy muy buenas.

La primera de ellas fue con Rosina. La segunda fue con Gabriel. La tercera, con el Novel. Cada una de ellas fue muy distinta, aunque todas tenían en común que sólo importaba las dos personas que estaban juntos. Así fuera con un teléfono de por medio, con una cerveza o una especie de asado. Los temas tratados fueron muy diversos. No faltaron silencios, pero tampoco molestaron. Lo bueno de todas la noches, fue que no importaba la hora. O sí. Pero no importaba verdaderamente. Éramos dueños de la noche.

Hoy, de golpe me encontré atravesando la cuarta noche de la seguidilla. Estaba solo. Ya no tenía nada más para hacer o inventar. Y sinceramente, no me estaba bancando la cabeza. Entonces me propongo salir a caminar. Fui a buscar la correa de Lalala, para sacarla a pasear. El dolor de espalda que traigo conmigo desde el sábado por no dormir tanto estas últimas noches, me hizo recordar que no sería buena idea salir a hacer fuerza con ella. Le di un beso y salí solo entonces. Solo, salí a caminar a escaparme de mí. Sin rumbo. Sin cosas en la cabeza.

Una cuadra me duró. Seguía sin rumbo, pero ahora tenía cosas en la cabeza. Y eso que tenía rondando, era precisamente este post. Qué raro. No recuerdo si alguna vez me había pasado. Casi lo iba escribiendo mentalmente, y ahora solamente estoy tipeándolo. Está fulera esta noche. Me importa mucho la hora, pero negativamente. Estoy esperando que pase la noche, que se termine. Me gustaría no tener que pasar conmigo mismo. Estoy podrido de no controlar mi mente. No puede ser que me gane todo el tiempo.

Tal vez este post sea como una forma de controlarla. No puede ser que no quiera estar conmigo mismo solo. Con lo bien que la pasaba yo solo. Jaja. Ya me siento un poco mejor. Escribir funciona, che. Jaja. Al menos me ha funcionado.

-pasan un par de horas entre que empecé a escribir este post y ahora que lo retomo-

Me puse a leer las cosas que he escrito acá en “Grageas para todos”. Entre otras razones, justamente tengo un blog para poder escribir cosas y leerlas al tiempo. Algún día, ponerme a leer cada uno de los posts con la distancia necesaria para analizalos. ¡Y adivinen qué! Decidí que ese día/noche fuera hoy. Está siendo hoy.

Si bien me estoy escapando de mí, me estoy reencontrando conmigo. O con ese “yo” que fui en ese momento que escribí todo lo que escribí. A la mierda que escribí, che. Más de 100 posts voy. Y me gustan la mayoría. Me río o me pongo mal con ellos. No a un nivel de redacción. Más bien me gusta lo bien que exteriorizan cómo me sentía o lo que me pasaba cuando los escribía. O cómo lo ocultan, dejando pistas. Demencias como las “charlas conmigo”, “reflexiones y preguntas de un idiota” o “no me hables así”. Las miles de preguntas sin respuestas. Los planteos sobre quién soy. Las historias más mínimas, pero que esconden metáforas un tanto rebuscadas. A veces. Otras no tanto. Jaja. Soy re evidente. Lo cruel de “esto pasó hace un tiempo”, donde me digo que me he fallado constantemente. El “mail para mí mismo dentro de un tiempo”, que aún no me animé a releer y responderme. Las veces que me traté de convencer de que mi vida estaba bien. “Este día de la madre, regale un yerno” me encanta. “Vida del orto…” no recordaba haberlo escrito. “¿Me concede su risa?” es súper actual, y dice pompis. Jaja. “Te morís” es ingenioso. Pero sigo repasando, y ahí están nuevamente mis malestares. Y llega el quiebre en la linea editorial de “Estoy bien”. Cosas tan verdades como “¿Qué héroe querés ser cuando seas grande?” en sus dos partes. Tan premonitorias como “Escribo”. Tan con nombre y apellido como “¿Por qué entrás?”. Tan libradas a distintas interpretaciones como “Mañana no debería seguir siendo esto”…

Apa apa apa. Mirá la hora que es. Buenísimo. Esta se convirtió en una cuarta noche que se suma a las anteriores tres. Estoy solo. Me resistí a estar solo. Hubo confirmaciones y reencuentros. Simplemente hubo una hoja de Word en blanco y un blog lleno entre yo y yo. Pero estoy terminando la noche repleto de pensamientos, emociones, recuerdos y sensaciones. Qué vida, Teté.

Charla conmigo

-¡Pará! ¿Sos vos?

-No. ¿Quién voy a ser? ¿Vos? Obvio que soy yo.

-¿Qué hacés? Tanto tiempo… Me muero de la emoción…

-Ok. Tampoco exageres, ¿no?

-Sí. Está bien. ¿Qué querés, ladilla?

-Ando buscando…

-¿La felicidad?

-No…

-¿Escribir la canción perfecta?

-En este preciso momento, no.

-Ya sé. Ya sé. ¿Una espada samurai?

-Ya no.

-¿Una rockola?

-Mmmmm… Puede ser… Pero no… ¿Querés que te cuente?

-No. Dejame adivinar. Es más divertido. Por los viejos tiempos en los que hablábamos más…

-Bueno. Dale. Divertite vos que yo mientras me corto las uñas.

-Sos un asco. ¿Adelante mío?

-

-(Este boludo se re concentra cuando se corta las uñas)

-¿Me hablaste vos?

-Sí. Te decía que sos un asco cortándote las uñas de los pies adelante mío.

-

-Tá. Matate. Sigo jugando solo a adivinar que andás buscando. ¿Una cortina de baño con onda?

-No. Si la que tengo está bien…

-Bueno… Yo qué sé… ¿Seguro que no es la felicidad?

-Ya te dije que no. ¿Me escuchás vos a mí?

-A veces sí. ¿Una linterna?

-¿Una linterna? ¿Para? Sos un divague…

-Vos sos un divague. Mirá la mugre que dejás. ¿Cómo vas a tirar las uñas al piso?

-Tarado. Si llegué buscando el cenicero para ponerlas ahí. La cosa es que vos te pusiste a boludear… ¿Dónde está el cenicero al final?

-Lo tengo yo. ¿No ves que estoy fumando?

-¡¡La concha de la prima!!

-¿¡¿Qué pasó?!?

-¡¡Me quemaste el dedo gordo!! Bah… Me lo quemé.

LINDO LOCO vs. LOCO LINDO

Che… Aquel es un lindo loco… No sé qué me gusta de él… Pero está para darle… Pá… Me mata… Me encanta… Está bárbaro… (supongo que una mujer podría decir esto, no necesariamente acerca de mí)

Che… Aquel está loco… No sé… Me asusta un poco… No sabés con qué te va a salir… Se mata… Te digo… Es capaz de matarse… (supongo que una mujer podría decir esto, acerca de mí, sin necesariamente pronunciar el adjetivo lindo en ningún momento)

¡¡Qué buena idea, che!!

Jodida la vida del creativo. Jodida la vida. Punto. Pero bueno. Ese es otro tema que desarrollaré en otro post. O en verdad, es lo que hago en todo este blog. Pero en fin. Arranco de nuevo:

Jodida la vida del creativo. Estás ahí, ¿no? Pensando. Mirás para afuera. Te parás. Te sentás de nuevo. Te recostás. Te masajeás la cabeza. Te pegás en la pierna. Y la idea de mierda no aparece. Y volvés a hacer lo anterior. Le sumás cosas. Dibujás. Rayás. Hablás de algún divague. Pero te hacés el serio y pedís concentración enseguida. ¿Y la idea? Aún no aparece.

Una mierda. Pensás por un lado; pensás por el otro. Releés el brief. ¿Brief? Bueno… Eso que tenés ahí. Pero tampoco la idea es despotricar contra el ejecutivo de cuentas. Si no se me ocurre una idea, es culpa/responsabilidad/cosa mía. Y no se me ocurre.

Una mierda. Te sentís una mierda. “Estás robando la plata”, te culpás. Entonces, así de la nada, mágicamente, pensás algo que no te disgusta tanto. Le das un par de vueltas, para que al comentarla no te miran como diciendo “es una mierda eso. Estás robando la plata”. Y sentís que no sólo no te disgusta tanto, sino que por el contrario, te gusta.

La comentás. Notás que la gente asienta con la cabeza. Te entusiasmás. La gente la digiere y se cuelga más. Buenísimo. Tuviste una buena idea. En genial. Es lo mejor de esta profesión de mierda.

Los pensamientos siguen girando. Te das cuenta que en verdad no es una idea aún. Tenés un camino. Un concepto. Pero no te desanimás. Al contrario. Pensás que es un paraguas buenísimo para que se te ocurran ideas geniales.

Entonces de nuevo, te encontrás buscando la idea. Pero ahora con la tranquilidad de ir bien rumbeando. Y los minutos empiezan a pasar. Te das cuenta que de nuevo estás mirando para afuera. Te paraste. Te sentás y te recostás. La cabeza, la autoflagelación. Todo de nuevo. ¿Y la idea que hace explotar el buen concepto que tenías? No aparece.

Una mierda. Se presenta mañana, y hay que empezar a hacer los guiones. Entonces vas con la idea lineal que habías evitado. Estuviste tan cerca. Lo sabés. Lo sentís. Lo sufrís. Es lo peor de esta profesión de mierda. Jodida la vida del creativo…

No me hables así

¿Qué carajo hacés ahí arriba de la computadora? Ahhh… Te puse yo… Bien. Pero… ¿qué carajo hacés ahí arriba? ¿Estás seguro que yo te puse ahí? ¿Yo? ¿Por? ¿Nunca te dije por qué? ¿Y vos aceptaste, así, sin más? Sos un sumiso de mierda. Qué embole. Digo… Qué aburrida tu vida, ¿no? ¿Qué? ¿Que más aburrida es la mía por estar hablando con un muñequito del Profesor Jirafales que venía con la Cajita Feliz? ¿Qué? ¿Que por qué te tire al tacho de la basura? Vos sabrás…

En vivo y en directo

El cine rioplatense ha dado grandes joyitas en los últimos años. “La suerte está echada” no es uno de esos casos. Película mala si las hay. Previsible. Mal actuada. Peor dirigida. Guión flojo. En fin. Nadie me devolverá las dos horas que perdí viéndola, así que no insistiré con más críticas hacia ella. Además, ahora que lo pienso, capaz no es tan mala.

En fin. Yo acá iba a nombrar la película sólo para comentar algo que rescaté de ella. Sí!! Algo se rescata…

En determinado momento, un profesor de tango le comenta a su alumno una cosa a la pasada, pero que en verdad, es una muy buena visión acerca de la vida en general.

“Vivimos la vida con la ilusión de que es un evento en vivo; pero en realidad, es en diferido”.

Para ejemplificar, habla sobre un partido de fútbol que se juega el domingo de tarde. Él dice que no lo ve, que no lo escucha y que evita tener información acerca del mismo. Luego, de noche, lo ve en diferido. Él vibra con cada pelota dividida, sufre con cada tiro hacia su arco, protesta cada decisión del juez, grita con las pelotas que pasan rozando el arco rival. Pero sin embargo, él sabe que todo lo que pasó en ese partido, ya pasó. Nada va a cambiar. Por más que hinche, por más que grite, por más cábalas que ponga en práctica, todo sucederá tal y como ya sucedió.

Verdaderamente, no sé si me afilió tanto a esta visión de la vida, pero por las dudas… ¿alguien sabe cómo salió el partido?