Placeres mínimos

Seguir metiendo greatest hits personales del 2015 a escasas horas de terminarlo. Puede resultar medio tonto, pero es un lindo ejercicio preguntarse por esos grandes momentos, logros y más en distintos aspectos del año de uno. Individuales, familiares, laborales, interpersonales, artísticos, o lo que sea. Gracias 2015. Siento que con vos crecí mucho más que un año calendario. 

Casi

Iba manejando tranquilo por General Flores y veo que un tipo en chancletas se tira a cruzar por la mitad de la calle. Como no venía nadie atrás mío, reduje la velocidad y le hice seña para que completara su periplo interveredístico. No había necesidad alguna, pero él asumió que debía correr y ahí me empañó la buena acción del día. Medio que en el pique le tironeó una gamba y llegó al otro lado rengueando. Luego del saludo protocolar, retomé mi marcha normal y lo volví a observar. Seguía caminando con alguna molestia. Y yo, con cierta culpa...

Grageas recomienda

Estoy encantado con Vinílico, un programa que te invita a sentarte a escuchar música. O acostarte. Como sea, te propone pausar todo y entregarte a la música y todo lo que la rodea. Vale mucho, mucho, mucho la pena. Los cinco primeros episodios de la primera temporada se pueden ver en http://www.vorterix.com/vinilico

La niña que no preguntaba si faltaba mucho

El otro día me contaron una historia preciosa. Una anécdota. Una revelación. Una cicatriz. Una confirmación. Un cuento de esos que te dan ganas de adueñarte y que con el tiempo no logres dilucidar si es autobiográfico o no. Así que me sentí en la necesidad de preguntarle a la protagonista y narradora si podía gragearlo. Me respondió que sí, así que ya lo escribo como si yo fuera ella:
De chiquita vivía en Young con mis viejos, pero como el resto de mi familia estaba en Paysandú, solíamos ir casi que todos los fines de semana. Eran sesenta kilómetros. Un toque. Y yo me acuerdo que a la vuelta siempre me dormía. Tenía unos cinco años y entraba acostada en el asiento de atrás del auto, así que ni bien subía recolectaba los abrigos de la familia y me fabricaba una almohada. Digamos que me hacía la dormida, tal vez por el aburrimiento. Pero principalmente, porque sabía que al llegar mi viejo me bajaba del auto en sus brazos y me llevaba directo a la cama. Eso era lo mejor del mundo. ¡Que tu viejo te cargara a upa y te arropara! ¡Divino!
La simulación era ideal, porque medio que dormitaba, pero era consciente de lo que estaba pasando. Cuando sentía que estábamos llegando a casa, apretaba con más fuerza los ojos para que mi padre no sospechara. ¿Qué más podía pedir como broche de oro de un fin de semana familiar? Durante años fue así. Me encantaba pasar con mi familia sanducera, pero lo que más disfrutaba era ese traspaso sin escalas del asiento trasero del auto a mi cama.
Pero un día ya nada volvió a ser lo mismo. ¿Exageré tal vez y ese ronquido estuvo de más? ¿Me habrá visto mi madre por el espejo retrovisor cuando abrí levemente un ojo para corroborar que estábamos llegando y alertó a mi padre? ¿O el dolor en la espalda que lo había aquejado a mitad de la semana persistía? No. Simplemente yo había crecido. 
Ya no era más aquella niña que gozaba de ciertos privilegios. Alguna que otra vez, incluso hasta veinte años después, mis padres cada tanto me ven con esos ojos y vuelvo a recibir esos mimos, pero no es lo mismo.
"Dale, despertate que llegamos". ¿¡¿Cómo?!? Ya sabía que habíamos llegado, pero eso de tener que despertarme e ir caminando a mi cama era nuevo. Intenté remolonear, en una suerte de manotazo de ahogado. Pero no tuve suerte. Definitivamente ya no era esa niñita que sería cargada por su padre a la cama tras un viaje dudosamente agotador. Qué horrible. ¿Por qué uno tiene que crecer? ¿Por qué los padres se tienen que dar cuenta de que uno creció?

Hidráulico

Recién, cuando estaba guardando el auto, se me metió un gato en el garaje. Primero intenté tratarlo como a un perro para espantarlo, pero no se dio por aludido. Busqué por el lado de la ternura: "Vení, loquito... Salí de ahí que tengo que cerrar... ¿Estás perdido?". Nada. Silencio de su parte. Y mirada fija. En un momento hasta se sentó, en plan "Acá me quedo". Ok. "Adoptaré un gato", asumí. Y me corregí en el acto: "Un gato me adoptó". Al menos, a mi garaje. Pero no podía dejar abierto. A ver... Poder, podía. Pero no me entusiasmaba demasiado. Me puse a investigar la opción de no cerrar del todo, cosa de que saliera si quería. Le iba a traer leche y agua, porque no tenía tan claro con qué se coparía. Y mañana le compraría comida en la veterinaria. Incluso lo llevaría a controlar. Pero... Pará... ¡Yo no quiero un gato! Me volví hacia él y le pregunté "¿Qué onda? ¿Qué hacemos?". Por primera vez me maulló. No le entendí, pero simulé que sí y continué la charla. "Y sí... Creo que lo mejor es que vuelvas a tu casa...". Se paró y salió del garaje, cruzó la calle (sin mirar para ambos lados, como me hubiera gustado enseñarle) y se subió a un murito. Le vi brillar los ojos a la distancia y me pareció que hizo una guiñada antes de girar y meterse en el jardín. Sonreí, lo saludé con la mano, cerré y me metí en casa. Y me serví un vaso de leche. 

Charla conmigo

-¿Vos viste la hora que es?
-Sí. Las cinco.
-¿Y te diste cuenta que tenés los ojos abiertos?
-Sí.
-¿Y no te parece que deberías estar durmiendo?
-Podría ser. Pero medio que ya dormí.
-¡Eso! Dormimos, ¿no? ¿Pero por qué estamos despiertos?
-Creo que caímos fundidos temprano. Tipo nueve. ¿Puede ser?
-Mmmmm... No creo... A las nueve recién estábamos volviendo a casa...
-¿Y tenés recuerdo de haber hecho algo al llegar acaso?
-Pis... Cocinar... Cenar... Fumar... Más/menos en ese orden.
-Ah, bien vos. Bueno... Ponele que a las diez durmiendo entonces...
-Capaz. Sí, tá. A las diez. Once, doce, una, dos, tres, cuatro, cinco... Siete horitas de sueño. ¿Y qué onda? ¿Ya nos levantamos y arrancamos el día?
-No sé.
-¿Tenés pensado dormir siesta mañana?
-Ni idea.
-¿Tenés algo claro?
-No, no.
-¿Podés bajar al menos un poco el volumen de la música por si me pinta dormir?
-Uh, qué ladilla.
-¿Vos viste la hora que es?
-Sí. Las cinco.

Mnemotecnia

Hace c0mo cuatro me9es que cambié el c3lular y todavía no me memoricé el nuevo número. A ver si así al menos me acuerdo que ya no soy 099...

Mi amiga Virginia

Domingo de mañana / SMS:

-Hola! Fuiste al toque??
-sí! fuimos con pablo. estuvo bueno!
-Andá a dormir que estuviste hasta tarde levantado. Jeje. Andabas publicando fotos de madrugada.
-me desperté para hacer pis. ya vuelvo a dormir

Mi amiga Virginia

Tengo una amiga que se preocupa casi que maternalmente por mí. Vive en Mercedes con Diego y sus dos hijos: Juan Sebastián y Maggie. Y perros. Y gatos. Varios. Y hormigas, supongo. Digan "Hola, Virginia". Listo. Ya quedaron presentados.
Dos por tres tenemos unas conversaciones por chat o sms que me encantan. Le pedí permiso para compartirlas cuando ameritara, así que capaz estamos asistiendo al nacimiento de una nueva gragea recurrente.

Viernes de noche / Chat:

-Holis!! Qué andás haciendo??
-hola! me vine a una casa devenida en bar. solo. porque soy re heavy re jodido. jeje. vos?
-Cómo?? Jaja. En qué andás??
-una suerte de casa cultural, ahora que investigué un poco más. vine por un toque. y me encontré con una casa llena de amor. je. mantra, reiki, danza, etc. raro
-Bueno. Suerte. Cuidate!!! Eso no termina bien.
-jaja. por?
-O quizás sí. Bue... Mañana me contás.
-mucho hippiesmo buena onda
-Eso del mantra, tantra...
-jajaja
-Buda y vaya a saber qué más. Mmmm. Guiate por mi consejo: ojos abiertos!!!
-jajajajjjajaaj (le mando foto del "escenario")
-Naaaaa. Me estás jodiendo!!!
-está divinoo esto. jaja. todos sentados en el piso
-Cómo hacés para encontrar esas cosas??
-la magia de las redes sociales
-Vestidos??
-por ahora. espero que cambie pronto. je
-Ah, bue...
-la primera salió con flash y arruiné el clima. ja. (le mando fotos del público) fue genial. en el momento pedí perdón.
-Estás como loco!!! Falta que me digas que no conocés a nadie.
-obvio que no conozco a nadie! lo estoy disfrutando
-Me alegro mucho!! Te lo merecès.
-gracias! empieza! taluego

Sábado de mañana / Chat:

-Vivís??

La llamé enseguida y le conté los pormenores de una gran noche gran. Pero a ustedes no les contaré nada, porque no son mi amiga Virginia. Leru leru.