Juegos peligrosos

Hoy de tarde fui a cobrar un par de trabajos y en una me tocó ir de Carrasco a Pocitos. Como el día estaba lindo, agarré por la rambla. Pero como resultó largo, estaba aburrido y llevaba cheques conmigo, me inventé una diversión un tanto extraña: hacerme creer que me estaban persiguiendo. Tá... Lo sé... Diversión, lo que se dice diversión, no era necesariamente... Pero no importa. Resultó efectivo. Era un inocente juego cinematográfico. Todos los autos me iban pasando, así que no era tan fácil hacerlo medianamente verosímil. O sea... ¿Quién sigue a alguien desde adelante? En fin... En un momento, diviso un auto blanco y lo elijo como mi perseguidor. Durante varias cuadras fue detrás mío, así que el viaje se hizo más adrenalínico por un buen rato. Me fui imaginando rutas alternativas que me sirvieran de vías de escape y todo, siempre observando por el espejo retrovisor que efectivamente siguiera tras mis pasos. O bueno... Tras mis llantas... ¡Qué bien la estaba pasando! ¡Alguien se enteró que había cobrado y me perseguía! Calma: sabía que no, pero... ¡Estaba en una auténtica persecución de autos! Eso sí: respetando los semáforos. Ah, sí... Muy lindo lo imaginado, pero tampoco la pavada. En una roja, yo frené y el auto blanco se posicionó bastante cerca. Atrás siempre, pero muy pegado. Decidí ponerle cara a mi perseguidor y lo miré detenidamente a los ojos por el espejo. Mamita... ¡Era igual a Alejandro Fiore! Piré con que me estaban haciendo una simulación y que Santos me pediría fuego cuando bajara del auto en mi siguente destino. Obviamente, tiré mi encendedor a la mierda y doblé en la primera calle que pude. Mañana iré a cobrar lo que me faltó...

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